El "Guatón" se llevó el balón
- Fernando Basualto Ansaldo
- 17 feb 2024
- 4 Min. de lectura

Moreno, fibroso y pelo motudo, difícil de confundir. Desde pequeño comenzó a mostrar sus actitudes con las polvorientas calles de su Maipo querido. El más revoltoso de su grupo de amigos, desordenado entre sus pares del colegio y en el pasaje donde vivía era el que siempre lideraba la pandilla. A veces, era un balón de cuero de esos que mojados pesaban, a veces una fruta con forma redonda, una tapa de botella o lo que fuera. No había forma de no darse cuenta que lo que esa pierna izquierda hacía era fuera de lo común.
Comenzó en las inferiores de Unión Española, pero al no ser considerado tuvo que buscar otros rumbos. No fue hasta el año 1975 con 19 años que pudo debutar en Deportes Linares, el cual por problemas políticos durante la dictadura militar tuvo que ceder su anterior nombre: Lister Rossel. Fue en ese año que los apagados y alicaídos estadios de la entonces segunda división del fútbol chileno miraban de reojo al moreno joven mediocampista que tenía como cómplice una mágica pierna izquierda.

Esa pierna izquierda sedujo Orlando Aravena, quien lo integró a la selección chilena Sub20 que disputaría el Campeonato Sudamericano Juvenil a disputarse en Perú. “Los Palomillas” tenían entre sus filas a Lionel Gatica, Oscar Wirth, Gustavo Moscoso y a Raúl González (padre de Mark ex mundialista chileno en Sudáfrica). La selección chilena perdió en lanzamientos penales frente a Uruguay y se trajo consigo la mejor ubicación histórica de una selección nacional en campeonatos sudamericanos. No tuvo demasiada participación en aquél torneo, pero la experiencia ganada en aquél campeonato le dio la posibilidad de tomar sus cosas y viajar a Talcahuano para ligarse años más tarde a Naval, donde siguió teniendo buenas campañas.

Fue en ese entonces que Bahamondes escuchó el silbido característico de Eduardo “Punto” Silva y recayó en Quillota, donde empezaría a tejerse la historia más recordada y gloriosa de San Luis. En este pequeño cuadro de la quinta región encontró los socios perfectos para que la zurda prodigiosa terminara de deslumbrar a todo Chile y se ganara la pleitesía de quienes domingo a domingo apoyaban al conjunto canario en su paso por las canchas de primera y segunda división.

Con el canario ganó no sólo campeonatos de ascenso, sino que le dio el respeto de medio país al humilde club que vestía de amarillo y que estaba formado con jugadores buscados con pinzas por un DT que llevó sus conocimientos como amante del basquetball al rectángulo de pasto.
El “Guatón” era una tipo bondadoso pero de un carácter fuerte. Quienes lo conocieron saben que era todo un personaje no solo en la cancha, sino fuera de ella. Los que recién se integraban al primer equipo veían en él a un líder innato, que los aconsejaba sobre lo bonito y no tanto de esta profesión. Era uno de los regalones del “Punto”, a quien veía como un padre y quien además le ayudaba a ordenarse con el dinero que recibía mes a mes. Le gustaba la buena vida, nunca escatimó con los amigos. La vida era sencilla y había que vivirla.

Su carácter muchas veces lo traicionó. Se le recuerda un cariñito a un árbitro en Antofagasta que le trajo un castigo de 15 partidos, parte de las tantas anécdotas del Gordo vistiendo la amarilla. Luego jugó en Ñublense, Wanderers, Audax, Maipo entre otros. Pero como la vida se encarga de poner a todos en el lugar indicado, volvió para ayudar a su amado San Luis para volver al profesionalismo. El canario se veía sumergido en la deprimente tercera división y necesitaba de uno de los suyos, de sus baluartes del triunfo de antaño. Fue en esta época donde terminó de tatuar a fuego el escudo canario en el pecho, siendo el jugador de campo que más veces en la historia se vistió de amarillo con 313 partidos. El término del torneo no fue el esperado y el Guatón abandonó con esa espina clavada el club, de no poder retribuirle con un título el amor y el afecto de su hinchada.

El tiempo quiso que su último partido fuera de amarillo. Marcó el gol del triunfo con esa exquisita pierna izquierda que maravilló a todos aquélla última vez que se juntó en cancha con el equipo mágico de los 80´. Un día cómo hoy, hace 6 años, el “Guatón” fue llamado por el «Punto» Silva a su equipo de las estrellas y se lleva el balón, porque como en las pichangas de barrio «el partido termina cuando dueño de la pelota se va». Bahamondes fué y será el amo y señor de la redonda en la historia de San Luis. Pasarán otros 104 años para que venga alguien a maravillar a toda una ciudad como sólo él lo sabía hacer.
Tu robusta silueta jamás se olvidará Freddy, porque en cada partido seguiremos buscando a ese distinto que bese el balón con el empeine de la pierna izquierda… seguiremos buscando en cada uno de los que use la 8 en la espalda el pase de 40 metros al pie de uno de los nuestros y que termine en el gol del triunfo.
Hasta siempre «Guatón»… hasta siempre y gracias Don Freddy Bahamondes…
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