La noche del gol más gritado de Suazo
- Sebastián Vega Rivera
- hace 17 horas
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 10 minutos
Una mágica velada que dejó afónicos a todos los quillotanos y en la que Suazo tuvo su propia revancha.
Son 63 goles de Humberto Suazo con la camiseta de San Luis. Muchos de ellos verdaderas joyas y otros que hicieron estallar de alegría a una ciudad. Un goleador histórico que quedó en el inconsciente colectivo.
El equipo de SoyCanario realizó una encuesta en las calles y el resultado nos lleva a recordar el gol más gritado en su paso por San Luis.
Corría la sexta fecha de la liguilla final de Tercera División en 2003 y el cuadro quillotano recibía a Deportes Linares, quienes llegaban como líderes en un duelo que valía más que tres puntos.
Dos fechas antes, los canarios habían igualado sin goles frente a Iberia. En ese mismo encuentro, Jaime “Sam” Bravo le contuvo un penal a Suazo por lo que la herida seguía abierta y la presión era inmensa.
El partido fue intenso, jugado con los dientes apretados. San Luis llegaba con 10 puntos, Linares con 12. Una victoria visitante dejaba a los quillotanos a cinco unidades del liderato, con solo cuatro fechas por disputar.
En ese contexto, cuando el ambiente ya era puro nervio, el árbitro cobró penal a favor de San Luis.
El estadio contuvo la respiración. Suazo tomó el balón, cargando sobre sus hombros el peso del recuerdo ante Iberia. El juez dio la orden, “Chupete” corrió… y el arquero volvió a detener su disparo.
Las tribunas estallaron, pero no de alegría. Los murmullos se transformaron en reproches.
Mauricio Morales, presidente del Club de Deportes San Luis en ese entonces, lo recuerda con claridad: “Luego de ese penal, el 70% del estadio pedía que lo cambiaran. En la tribuna nos preguntábamos qué haría Mauricio Riffo: ¿Lo sacaría, como exigía la mayoría, o lo mantendría en cancha?”, recordó.
El reloj se consumía entre la tensión y los insultos. Suazo, visiblemente dolido, miraba de reojo hacia las gradas, confiando en que la Diosa Fortuna le daría una revancha.
El aire se volvía irrespirable en Bulnes y Pinto, pero nadie quería moverse del estadio. En el minuto 89, todo cambió.
Un cambio de frente de Álvaro Villalón encontró solo a Jonathan Varas. El delantero amagó con rematar, pero vio mejor posicionado a su compañero y tocó al costado. Ahí apareció él, Humberto Suazo, para redimirse con un sutil derechazo que hizo temblar el viejo Lucio Fariña Fernández.
Más de 7.000 quillotanos estallaron en un rugido ensordecedor. “Chupete” corrió hacia la tribuna de cemento e hizo un gesto de reproche a uno de sus insultadores que había perdido la fe: una mezcla de desahogo y revancha. Al final del día, en el fútbol, el gol permite reconciliaciones entre los más enconados rivales.
“Riffo tomó la decisión más difícil y a la postre, la correcta: mantenerlo. Y el final ya lo conocemos: a un minuto del cierre, convirtió el gol del triunfo. Ese gol que hizo gritar hasta quedarse roncos a los mismos que pedían su salida”, agrega Morales.
Ese tanto no solo valió tres puntos. Fue el grito que devolvió la fe, el gol que puso a San Luis en la cima y que nunca más los bajaría del primer lugar.
“Suazo era un muchacho introvertido, de pocas palabras y a veces temperamental, pero siempre una buena persona, con un carácter especial que había que saber llevar. Su aporte en cancha fue extraordinario”, concluye Mauricio Morales.
Hasta el día de hoy, quienes no pudieron entrar al estadio ese día recuerdan como se escuchó ese gol en todos los rincones de la ciudad. Y también Suazo desde ese día comenzó a levantar una carrera personal que le demostró que él, en el área, siempre tendría hasta el último segundo un pacto con el gol.
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